“Cuentos de barrendera… Objeto que limpian el alma”
Es el título de esta propuesta, una que me ha guiado a canalizar y continuar un proceso de sanación. Una búsqueda personal, es una que conlleva silencio, logrando una comunicación sin entender que cada objeto encontrado te conduce a ese mundo interior que pudo haber sido opacado, manchado…
Es interesante descubrir que algunos objetos son los que nos aferran, los más difíciles en desprenderse, ya que estos objetos contenedores de pedacitos de nuestra alma, son espejos de nuestras propias limitaciones y de aquellas pequeñas cosas que nos traban en nuestro camino. Descubrimos que en estos “objetos” que son nuestras propias prisiones, podemos liberarnos de nosotros mismos. Viendo en el objeto lo que significa a nosotros, podemos decidir si seguir aferrados o aprender a caminar de una manera distinta. Pensemos que esos objetos a los cuales seguimos aferrados, volverán a estar olvidados por un tiempo en la oscuridad de nuestros armarios. Esa profundidad que se asemeja a nuestra propia alma.
Las escobas, han experimentado cambios significativos en su construcción, desde que se desarrollara a partir de un manojo de ramas o de distintas fibras naturales o sintéticas atadas por uno de sus extremos. Pero estas escobas creadas por mí, me han transformado –cada objeto y contenido de ellas, es una historia donde este personaje adquiere mi interior siendo yo, el que lleva el mensaje al espectador.
Recuerdo una lectura sobre San Martín de Porres, llamado "El Santo de la escoba", donde se le confía la limpieza de la casa; por lo que la escoba será, con la cruz, la gran compañera de su vida, de ahí su famoso y cariñoso apodo: “Fray Escoba”.
Cada una de mis escobas han tenido un poco de esa cruz que me ha llevado a esta limpieza donde el propósito de ella es, barrer recuerdos donde hoy 5 de noviembre, se cumple el final y el nuevo comienzo por un camino más limpio y claro.
Estos objetos encontrado, me conduce a un nuevo camino “limpiando”, creando un soporte parecido a uno que veo desde pequeño. El mismo que cada persona tiene en su casa y utiliza para sacar el polvo, matar un insecto y hasta soñar cuando barres poco a poco en silencio.
Esta limpieza, nos ayudara a reencontrarnos, a redescubrirnos y a reescribirnos, liberando ese polvo viejo que queda en el alma y que nos permite respirar con plenitud el aire que realmente merecemos. Después de haber realizado yo mismo esta “limpieza del alma”, quisiera compartir lo renovador que se siente liberar el polvo que uno va acumulando.
Pero, todas las escobas no son iguales, y no todos barremos de la misma forma. Algunos esconden el polvo en lugares no visible. Otros de una barrida al viento, y algunos con la fuerza para que entendamos que negativo, se saca de un escobazo.
Este personaje de esta muestra, es uno vivido, es ese que sabe que las nubes de polvo no están en el cielo. Son esas que enviamos a nuestra cara y la inhalamos en lo más profundo para entender que los sueños creados por otros igual, no son tan honestos y limpios como uno cree.
Cuentos de Barrendera, no solo es encontrar un soporte sacado de un rincón olvidado. Es esa historia que cada uno en un momento ha vivido, deseado pero nadie se atreve a contar.
Estas “barrenderas” del camino, novias, enamoradas de la vida sin dejar de ser soñadoras…
En algún momento nos sentaremos a contar de nuevo, nuestras propias historias, de seguro, más limpias, menos contaminadas de amargura y dolor. Porque la vida no ha mostrado que la fuerza para continuar está en nuestras manos y que solo siendo fiel a nuestra alma, podemos contar una historia aunque sea sacada del polvo.
Hoy los invito a barrer el alma. A descubrir su escoba, entendiendo como decía esa frase Mao Zedong, “... por regla general, donde no llega la escoba, el polvo no desaparece solo.”
Jueves, 5 de noviembre de 2015
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