Palpé tu seno sin saber lo que contenían: la leche ausente demi niñez. Hoy, lejos en el tiempo, derramas líquidos sobre mi frente como si fuera el niño que no soy. Me desvelas, lloro de deseo, grito en vano... Me pides silencio en la tormenta. Me guías con tus mantos, con tus ricas telas de terciopelo. Y aquí estoy sentado sobre tu falda amamantado por el misterio.
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