Hubert Cano ha logrado canalizar en su quehacer artístico respuestas al comportamiento injusto de quienes manifiestan actitudes discriminatorias ante aquellos que no se ajustan a los patrones sociales y estéticos del «mainstreaming». Se enfrenta a ellos revirtiéndoles el veneno que segregan. En sus cuadros, la sátira muchas veces se torna picante y logra ensamblar un discurso en que denuncia las contradicciones en las que incurren los insensibles cuyo ideal es, probablemente, una humanidad uniforme. El recurso empleado para dar paso a su critica es la creación de un personaje a veces respaldado por infinidad de clones. Se trata de mujeres gruesas y sin inhibiciones cuya actuación es coordinada de mutuo acuerdo con el pintor. De hecho, los semblantes de esas damas tienen analogías que les hermanan a su autor. De cierto modo parece que el les ha transferido una porción sustancial de su ADN. En ese sentido las convierte en sus «alter ego». Puede así establecer relaciones de complicidad con sus protagonistas.
Hubert ha dado a la muestra que tiene lugar en URI Art Gallery, el titulo «Desde el ropero en chancletas». Se observa que las chinelas de goma que se insertan entre los dedos de los pies es un elemento común en todas ellas. Persisten además en los lienzos una serie de elementos coincidentes como el hecho de presentar las damas en ropa de vestir y la mas intima; otras veces con atuendos cortísimos que resaltan sus anatomías adiposas y evidencia como la celulitis le vas invadiendo. Debemos señalar que el ropero no es un «closet» ya que puede trasladarse de un lugar a otro. Es un mueble donde se concentran vibraciones que vienen y van de acuerdo a la voluntad de sus usuarios. Existen en ellos muchas energías concentradas, allí se guardan llaves en uso y desuso, pasaportes vencidos y vigentes, fotos de todas las épocas, residuos de maquillajes y otros tipos de bienes. Se convierten en un deposito de reliquias personales y comunales que salen de paseo en ocasiones especiales.
Las mujeres de Caño por lo general actúan como si pertenecieran a una cofradía. Hay en torno a ellas, objetos simbólicos que se les asocian. Pedazos de billetes de lotería representativos de la esperanza de cambiar de vida al acariciar la ilusión de pegarse al «gordo». El deseo, quizás frustrado, de un noviazgo adquiere dimensiones de ansias infinitas representadas por el uso pertinaz de velos convertidos en signos visibles de intenciones insatisfechas. Se trasluce el desconsuelo en los ajuares. Por ejemplo, los encajes bien trabajados de las «negligés» ya fatigados por el uso, sin conseguir las metas anheladas, tienen la función de representar la desdicha. Simultáneamente los «panty hose» sujetados por curitas externalizan la presencia de heridas anímicas sin cicatrizar. Algunos cuadros amparan maletas que parecen mantenerse en espera de una luna de miel pospuesta indefinidamente. En mas de una ocasión Hubert introduce la figura de la «Chacón» cuyas llamativas caderas abonaron a su éxito. También debemos hacer alusión a la «Madre soltera» se trata de una madona que exhibe su hijo como trofeo representativo del deseo cumplido que el artista lo expresa casticamente»
!... un macho para mamá!
Las efigies masculinas son representadas por el tipo que han rotulado con el apelativo del «metrosexual». Son vistos desde la perspectiva de seres que encubren situaciones dolorosas. Muchos de ellos aparecen colgados en los roperos sujetos a ganchos o pinches de ropa, vistos desde ese ángulo mas bien parecen objetos manejables. Ese trato despectivo y cruel es justificado porque se han prestado a participar en juegos que han dejado inconclusos, aniquilando así muchas ensoñaciones. Un sentimiento de despecho conduce a mostrarles desnudos y suspendidos en tenderetes, como si sugiriera impotencia ante las circunstancias. Sus anatomías endebles tienen mensajes alusivos a sus genitales que aparecen a veces clausurados por candados o cubiertos por curitas o por las siglas XS (Extra small). En esos casos una matrona castrante es la custodio de la llave de los mencionados candados y también de una amenazante tijera que recuerda las peripecias de Lorena Bobbyt.
La exposición de Hubert Cano en URI Art. Gallery trae a la palestra un ambiente que aparenta ser caricaturesco. Opino que es un camuflaje para desplegar toda una inundación de humor negro. En los lienzos confiesa la tragedia de quienes sufren el rechazo de muchos por no responder a los reclamos de gustos estandarizados. Presenta una comparsa femenina anticarnavalesca pues en vez de descargar sus deseos para aliviarse sicológicamente lo que hacen es abonar y cargar sus resentimientos. Se asemeja a la risa sardónica de la cual muchos han señalado que es «otra forma de llorar». Debemos reconocer a Hubert Cano por su valentía al discutir asuntos «delicados» con resonancia universal.
Otra forma de llorar
Por: José Antonio Pérez Ruíz
Critico de Arte,AICA
Obra:Las Chancleteras
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